Después de hacer mis pinitos como feminista en el artículo anterior de esta bitácora, ahora me meto en filosofías, nada menos. Y es que tengo unos intereses un tanto amplios y dispersos (no sé por qué, pero esta palabra me suena). Todo viene a cuento de la entrevista que Miguel ha realizado a José Antonio Marina en su bitácora Boule, y en la que hemos participado varios curiosos con nuestras preguntas. Ha sido una experiencia muy interesante que demuestra no sólo la valía de Miguel como bloguero intelectual y animador cultural, que ya la conocíamos de sobra, sino la valiosa aportación que se puede hacer en cualquier campo del saber con una nueva herramienta: el blog o bitácora.
Desde su blog, Miguel nos instiga continuamente a pensar, a replantearnos nuestras ideas y actitudes, a actualizar nuestros (escasos) conocimientos y a confrontarlos con los nuevos retos. Yo a veces dejo mis comentarios en su bitácora por si pueden valer de algo, pero sabiendo que Miguel no sólo se los va a leer, sino que incluso los va a analizar y me va a responder de forma inteligente. En definitiva, resulta un placer leer sus artículos, y nunca te aburres porque sabes que te va a relacionar los temas más dispares con la filosofía, esa ciencia de las debilidades humanas.
Para esta entrevista a José Antonio Marina escribí una pregunta en un comentario. Pensé que era una buena oportunidad para poder acercarme a este gran pensador y docente, ambos apelativos en sus sentidos más amplios. Pero también me dije que no podía plantear una pregunta anodina y por tanto inútil. Así que me estrujé el cerebro y me salió una cosa un poco extraña, la verdad, influido por una noticia que había leído esa misma mañana. Mi pregunta rezaba de esta forma:
En Tarragona, un hombre ha perdido a su mujer y a dos de sus tres hijos en un incendio. ¿Qué filosofía se desprende de esto? ¿Ese hombre es sujeto de la filosofía, o su caso le ha hecho perder todo interés para la filosofía porque no encaja en sus esquemas generalizadores? ¿Lo que piense y sienta este hombre a partir de ahora será considerado por la filosofía?
¡Madre mía! Sé lo que estáis pensando ahora, porque es lo que pensé yo al poco de haber pulsado el fatídico botón que guardaba la pregunta en un comentario de Boule. Enseguida me dije: ”¿Qué pensarán de mí mis amigos blogfesores cuando lean semejante pregunta?” No me extraña que José Antonio Marina dijera que no la entendía bien; al menos tuvo esa deferencia conmigo, y no soltó una barbaridad, que yo tendría que haber aceptado humildemente.
Pues para que la cosa no quede ahí, pido mi derecho a defenderme. Lo que yo quería expresar con esa misteriosa pregunta es muy sencillo. La filosofía (siempre en mi atrevido parecer) y otras ciencias que nacieron de su seno, como la psicología, han querido homologarse con las ciencias matemáticas o físicas en la búsqueda de universales, ¿o no? En este sentido, y simplificando mucho, diré que los sentimientos, las ideas y las pulsiones de los seres humanos han sido objeto de un estudio generalizador, como si a todos nos pasara lo mismo y en las mismas circunstancias. De ahí se han construido, como mucho, estilos de personalidad también muy generales.
Siempre que hablamos del Hombre, pensamos en un varón, joven y sano, occidental y de piel clara, que puede tener sus problemas, pero que nunca sobrepasa un estereotipo más o menos normal. Naturalmente, estoy exagerando un poco para entendernos. Al lado de este hombre optimista y positivo en el fondo, nos encontramos de vez en cuando con gente que personifica la desgracia en su propia carne, hombres y mujeres enfermos, solitarios, pobres, o personas que lo han perdido todo por un motivo u otro. Y a esta horda de damnificados casi siempre la ocultamos de nuestra vista, o porque nos duele verlas o porque no encajan en nuestros esquemas mentales. Sus ideas y sus sentimientos, dañados por la fatalidad, no nos interesan, quizá porque conocerlos supondría un terremoto para nuestras vidas bien asentadas.
¿Qué pensará de la vida y de sus acontecimientos toda esta multitud, entre la que quizá se encuentren muchos de los que se creen a salvo? ¿Valen todas las reflexiones filosóficas para sus existencias marcadas? ¿Los tienen en cuenta los pensadores cuando elaboran sus teorías? Creo que no, porque entonces no habría teorías ni universales, y todo lo construido sobre la vida humana se desmoronaría.
Texto de Alejandro Valero - 14.03.06URL del artículo: http://fresno.pntic.mec.es/avaler3/?id=con-jose-antonio-marina-en-boule
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