La guerra de los formatos de documentos

OpenOffice 2.0 Actualmente hay muchos frentes abiertos en las Guerras de las tecnologías, quizá porque nos encontramos en un momento clave del desarrollo tecnológico que va a marcar el futuro con las decisiones que se tomen ahora y con el camino que sigan algunos movimientos ya comenzados. Dos de esas guerras las seguimos desde esta bitácora con especial atención: la de los navegadores de internet, que viene de lejos, y la recién comenzada guerra de los formatos de documentos. En ambos enfrentamientos se baten dos enemigos irreconciliables: la alicaída empresa Microsoft y el imparable movimiento del software libre. Microsoft libra también otras batallas tecnológicas contra Google e incluso otras batallas legales que la enfrentan con las autoridades europeas y las de otros países. ¿Cómo acabará esta película? Me temo que va a tener muchas continuaciones, y habrá que esperar unos años. Pero ahora vamos a examinar el capítulo dedicado a los formatos de documentos: el aguerrido OpenDocument versus el engreído Open XML.

Donde come uno comen dos

Ya anunciamos en un artículo de esta bitácora el nacimiento del nuevo formato OpenDocument para documentos de suites ofimáticas, y es conveniente leerlo antes de seguir con éste. Resumíamos sus ventajas sobre los documentos comerciales de Microsoft Office en que al ser un formato de código abierto cualquier procesador de textos o programa ofimático podría incorporarlo para exportar los archivos con el mismo formato. Por fin varias empresas, entre ellas IBM, Adobe y Sun Microsystems, se habían puesto de acuerdo para facilitarnos nuestro trabajo diario con los programas que utilizamos la gente en oficinas, centros de enseñanza y otros ámbitos.

Nacía así un nuevo formato que suponía un reto para el monopolio real que poseen los programas de Microsoft en este campo. Entonces todos nos quedamos a la espera de la reacción de Microsoft al respecto. La postura inicial de esta empresa fue de que no iba a incluir el formato OpenDocument es sus programas, aunque incorporaría unos nuevos formatos también de XML en la nueva versión de su conjunto ofimático, conocida como MS Office 12. Posteriormente algunos propagaron el rumor de que Microsoft iba a cambiar de actitud e incluiría el formato OpenDocument en la suite. Eran muchas las voces que exigían esta decisión a la empresa de Redmon, incluso provenientes de expertos cercanos a Microsoft. La presión se hizo más fuerte cuando el gobernador del estado de Massachusetts anunció que la Administración se pasaba al nuevo formato de OpenDocument.

Era tal la presión ejercida, que la empresa de Bill Gates decidió crear otro formato abierto al indicar que remitiría los nuevos formatos XML de su conjunto de programas a una institución, ECMA International, que les diera la bendición y los convirtiera, por arte de birlibirloque, y de la noche al día, en formatos abiertos. El nuevo nombre sería: Microsoft Office Open XML Formats y estaría en pie de igualdad con OpenDocument. Los de Microsoft adujeron que era mejor tener dos modelos o estándares de formatos que no sólo uno, lo que, dicho en cristiano, quiere decir que donde come uno comen dos. Este reciente movimiento de ficha ha conseguido, para empezar, que las autoridades del estado de Massachusetts hayan reconsiderado su decisión de abandonar los programas de Microsoft, lo que ha suscitado otro debate, por si ya había pocos.

¿Cuál es el truco?

Este cambio estratégico por parte de Microsoft ha despertado, cómo no, muchas suspicacias, que resultan justificadas si se lee el documento en el que Microsoft presenta los nuevos formatos para MS Office. Su lectura resulta tan angelical y conmovedora como las donaciones caritativas que realizan Bill Gates y su mujer de vez en cuando, pues pareciera que a Microsoft se le hubiera aparecido la Virgen y de pronto hubiera abrazado el software libre. Naturalmente, casi nadie se lo cree, y algunos expertos han comenzado a descubrir las trampas.

Lo que realmente quiere Microsoft es crear un formato que podamos “ver pero no tocar”, y que no esté sujeto a las reglas del movimiento de código abierto con una comunidad externa que lo pueda modificar. Microsoft argumenta que tiene que crear su propio formato por motivos de compatibilidad con sus formatos comerciales anteriores, pero los expertos afirman que el formato OpenDocument ya ha tenido en cuenta ese factor y no existe la necesidad de que haya otro formato igual. Al existir esas dependencias con formatos comerciales antiguos, Microsoft se reservaría la facultad de poder modificar el nuevo formato, por muy libre y abierto que fuera su invento.

Uno de estos expertos da en el clavo cuando afirma (en traducción mía):

El mundo ha cambiado de la noche al día. Pero Microsoft se ha dado cuenta de ello y sabe aprovechar la ignorancia de la población en materia tecnológica.

No sé por qué esto me suena, y me reafirma en mi idea de que por muchos que sean los trucos y las piruetas de Microsoft, la gente conoce ya el proceder de esta empresa, y sólo hace falta voluntad para que todos acabemos con este monopolio insensato que nos atenaza. Si no lo hacemos es porque resulta más sencillo seguir como estamos y no meternos en problemas. Igual que la ignorancia de la ley no justifica su incumplimiento, la ignorancia de las leyes ocultas de Microsoft no nos debe hacer mirar a otro lado mientras nos tapamos las narices.

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Texto de Alejandro Valero - 23.12.05

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