No sé si reír o llorar: el Congreso rechaza el software libre

Hoy los periódicos ofrecen el debate que se celebró ayer en el Congreso de los Diputados sobre la propuesta de implantar el software libre en la Administración central. El que se quiera reír un rato que lea las declaraciones de algunos diputados; no digo de cuáles porque la duda ofende. Aunque quizá el lector acabe llorando al darse cuenta de lo que hay. Lo que más me llama la atención es que los grupos que defienden el uso de los programas de código abierto son la izquierda (de la izquierda) y los partidos independentistas, y esto corrobora aquella afirmación de Bill Gates cuando dijo que los defensores del software libre son “unos comunistas”. Los demás diputados pueden dormir tranquilos, porque ya han ejercido de Padres de la Patria y nos han salvado de una buena.

Así que yo también debo de ser comunista, porque defiendo el software libre. Cuando mis alumnos me vuelvan a preguntar en clase por mis ideas políticas (porque ya lo han hecho), ya sabré qué decirles sin ningún resquicio de duda: esa ventaja tiene que los demás te identifiquen como alguien que tiene unos rasgos ideológicos precisos. Entre ellos seré entonces un tío legal, y habré conseguido por fin que consideren el software libre como algo que mola. Me viene bien, porque ahora mis arengas a favor del software libre en la clase de informática estarán acompañadas de ese atractivo halo que produce el ser comunista, y ya no provocarán los bostezos de mis educandos. Linux, por ejemplo, pasará de ser “un programa que tiene fallos”, como un día me dijo un estudiante, a ser lo más chulo que hay. Y es que las prohibiciones y los rechazos provocan estas cosas entre los jóvenes, como lo de la prohibición de fumar.

Así que agradezco a los señores diputados que por fin hayan conseguido que las futuras generaciones utilicen el software libre cuando los demás seamos viejecitos, aunque algunos seremos unos viejecitos yeyés, y nos recordarán por nuestra defensa del software libre. Mientras tanto, que siga la fiesta de los productos comerciales, ahora llamados propietarios, que permanezcan su calidad, su prestigio y sus ganancias… Bueno, si yo me había propuesto argumentar en este artículo a favor del software libre, pero como otros lo han hecho ya, mejor lo dejo: total, ¡qué más da! Nuestros diputados representan las ideas y las actitudes de la gente, así que no me quiero poner a llorar a estas horas.

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