Ya está disponible OpenOffice 2.0. ¡La revolución!
Al principio de curso, millones de profesores del mundo nos disponemos a utilizar un programa ofimático para nuestro trabajo, y algunos millones además vamos a enseñar a muchos estudiantes a manejar este tipo de programas. Quizá sean estas aplicaciones las más empleadas en el estudio y en el trabajo, por eso conviene saber qué implicaciones tiene su uso. No hace falta ser adivino para saber que la suite ofimática que se va a ver obligada a elegir la mayoría de sufridores va a ser Microsoft Office, la más extendida en el mundo. Pues bien, antes de ponernos manos a la obra con Word, Excel, Access, PowerPoint y los demás componentes de este conjunto de programas debemos saber que las obras maestras que hagamos con ellos no van a ser compatibles con modelos normalizados ya existentes, porque Microsoft utiliza sus propios formatos comerciales. Esto tiene muchos inconvenientes, que ahora analizaremos, y que se van a poder evitar si utilizamos programas que cumplan con las nuevas normativas creadas para un uso, por decirlo de manera poética, universal y atemporal mediante el formato OpenDocument.
En el enlace que acabo de hacer a la Wikipedia hay una amplia información sobre este nuevo modelo público y gratuito de formato para documentos, de ahí su adjetivo open, que, como sabemos, hace referencia a las aplicaciones de código abierto, propias del llamado software libre. Por ello, este nuevo formato se suma a muchos otros que están estableciendo algunas instituciones para crear modelos (estándares) universales con el fin de que los documentos creados sean duraderos y consistentes. La más conocida de estas instituciones quizá sea la World Wide Web Consortium, que se encarga de establecer modelos para las aplicaciones de internet. Pero la institución que ha llevado a cabo este Open Document format ha sido OASIS, también conocida por su esfuerzo en la creación de modelos de formatos educativos. Estas instituciones trabajan sin ánimo de lucro, y reúnen a grandes empresas, a amplios grupos de desarrolladores y a personas significativas para elaborar las especificaciones que se concretan en estos modelos. Estas especificaciones suelen fundamentarse en el lenguaje XML, que, como vimos en otro artículo de mi bitácora, constituye la base de todo un movimiento universal para promover el acceso libre no sólo a la llamada Web Semántica, que se refiere a internet, sino a cualquier tipo de aplicaciones.
Pero el modelo que nos interesa ahora es el OpenDocument. Con él se pueden conseguir las siguientes ventajas principales que no tenemos con el conjunto ofimático de Microsoft:
Estas ventajas (y muchas otras) son suficientes para que nos pensemos qué programa vamos a utilizar en nuestro trabajo o para escribir esa novelita que perdurará en la memoria de la humanidad, o de otros mundos si los extraterrestres adoptaran el mismo formato (o nosotros los suyos, ¿por qué no? Así a lo mejor evitamos las guerras de las galaxias). Y estos programas son varios, aunque se espera sean muchos más cuando este formato novísimo se extienda allende los mares. Los dos conjuntos ofimáticos que van a incorporar este modelo inmediatamente son Star Office y el archiconocido OpenOffice, ambos creados por la empresa Sun MicroSystems. El primero de ellos tiene un precio simbólico y el segundo, como ya sabemos, es gratuito y excelente (¡qué bien suenan estos dos adjetivos juntos!). Otros programas son: Abiword, KOffice y Scribus, y se espera que pronto los conjuntos ofimáticos Corel y Word Perfect se sumen a esta lista.
Es seguro que muchas instituciones adoptarán este modelo muy pronto. Ya lo ha hecho el estado de Massachusetts, cuyo gobernador ha establecido el uso del formato Open Document para toda la Administración, rechazando ofertas de Microsoft para que continúe usando su MS Office. Esta empresa también se va a sumar al formato XML para la próxima versión de su conjunto ofimático, la 12, pero, según los expertos, no va a ser éste un formato totalmente compatible, lo que suele ocurrir con los programas de Microsoft, que hacen un amago de normalización para defender su situación privilegiada.
Así que estamos de suerte, porque poco a poco se va imponiendo la cordura en todo este jaleo de los formatos, que ahora se encuentran en un estado propio de otras épocas y de otros estilos de vida. Habrá que ver si el poderío de Windows cede esta vez ante la evidencia, o si, por el contrario, cierra filas y se encamina lentamente al suicidio. Nosotros, los profesores y demás gente trabajadora, podemos empezar ya a utilizar estos programas que nos van a facilitar mucho la vida. En lo que a mí respecta, voy a enseñar a mis alumnos a utilizar OpenOffice, tanto en Windows como en Linux, que en el ámbito de la enseñanza se está afianzando enormemente. Pero también voy a continuar enseñándoles a usar MS Office, porque mis opiniones no siempre tienen que influir en mi enseñanza, y creo que a mis alumnos les conviene también saber utilizar la suite ofimática de Microsoft, ya que de momento es mayoritaria en las empresas, y es bueno que cuando busquen trabajo tengan eso ganado. Por ello, espero que nadie me tache de enemigo de Microsoft, pues su primera enemiga es su propia política de empresa, que no está a tono con los nuevos tiempos.
En definitiva, con el formato OpenDocument contribuiremos a fortalecer la llamada Web Semántica y la naciente Web 2.0, ofreceremos a los estudiantes la posibilidad de tener programas ofimáticos gratuitos y completos que favorezcan su aprendizaje, y podremos dejar nuestras obras disponibles para la posteridad y para los extraterrestres. ¿Qué más se puede pedir?
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