Últimamente andan las aguas revueltas en el campo de los navegadores de Internet. Nadie duda de la hegemonía del Internet Explorer, el navegador de Microsoft, pero han aparecido otros navegadores que están reduciendo su influencia y su uso. En concreto, la marca Mozilla (hermana de Netscape), con sus dos navegadores, Mozilla Suit y Firefox, lleva unos años mordisqueando el pastel sin que el gigante de Microsoft se inmute, seguro como está de su imperio, construido sobre la indiferencia de los usuarios. Pero esto está cambiando, porque parece que ahora el gigante ha abierto un ojo y se ha despertado de su somnolencia al comprobar el empuje de Mozilla.
No hay que recordar que Microsoft mantiene un monopolio con todas las de la ley, y que el uso masivo de su navegador se debe principalmente a que viene integrado en Windows. Esto le ha costado más de un disgusto legal, pero de momento las cosas siguen como estaban: a la persona que compra un ordenador le imponen el uso de Windows y por tanto el de su navegador. El usuario normal tiene ahí su Internet Explorer, y ¿para qué se va a liar buscando otro navegador si además no conoce otros?
Naturalmente, el uso continuado del Internet Explorer ha provocado que muchos usuarios se den cuenta de sus continuos fallos de seguridad y de su excesiva debilidad ante los ataques de virus. Esto unido a la mayor información sobre otras alternativas, ha conseguido que una gran cantidad de personas opten por navegadores más fiables, que además están más desarrollados que el Internet Explorer. Y aquí es donde se nota el avance de los navegadores de Mozilla, sobre todo de Firefox, que lentamente se están ganando la preferencia de muchos usuarios.
Como consecuencia de ello, tenemos ahora otra guerra de navegadores, como la que hubo hace unos años entre los navegadores de Microsoft y de Netscape. Aunque de momento la guerra se reduce a las estadísticas. ¿Qué porcentaje de usuarios tienen los actuales navegadores? He ahí la cuestión. Muchos webmasters ven las estadísticas que les proporcionan sus servidores y piensan: «Pues Internet Explorer tiene más del 90%, así que los demás no cuentan casi nada». Pero hay que tener en cuenta que en muchas otras páginas web ese porcentaje se reduce considerablemente, y hay sitios donde los demás navegadores, y en concreto los de Mozilla y Netscape juntos, se codean con el de Microsoft. Con esto quiero decir que ese 90% es un espejismo, ese 90% es el máximo porcentaje que obtiene un navegador en muchas páginas, pero está contrarrestado parcialmente por otras miles de páginas donde el porcentaje es menor.
Pero queda finalmente la consideración de la influencia de los navegadores. Si es verdad que el Internet Explorer saca todavía mucha ventaja cuantitativa a sus seguidores, también es verdad que navegadores como los de Mozilla están siendo adoptados por los usuarios más informados y creativos y, sobre todo, se ven favorecidos por el imparable avance del software libre, liderado por GNU/Linux. Además, hay que tener en cuenta los distintos campos en que nos movemos, porque, por ejemplo, los profesores tenemos que pensar que la enseñanza del futuro va a vivir inmersa, con toda seguridad, en el mundo del software libre, y ahí no impera ningún monopolio por definición.
Esta influencia puede comprenderse con un ejemplo claro. Nadie duda actualmente de la influencia mundial de la lengua inglesa, pero hay otros idiomas que cuantitativamente tienen más millones de hablantes. ¿Por qué, entonces, impera el inglés si hay otros idiomas que le aventajan en número de hablantes? Por su influencia económica y cultural. De aquí se desprende que las estadísticas engañan, no sólo porque no siempre son fiables, sino porque no retratan la influencia real de los navegadores. Del mismo modo, un extraterrestre que llegara a la Tierra, no sólo saldría espantado enseguida, sino que se iría pensando que aquí hablamos chino.
Consecuentemente, y centrándome en el campo que me corresponde, aconsejo a estudiantes y profesores que utilicen, además del Internet Explorer si así lo quieren, el navegador Firefox no sólo por su calidad y fiabilidad, sino también porque existen versiones para Windows, Linux, Mac y otros sistemas operativos, lo que no limita su uso, como ocurre con el Internet Explorer. La enseñanza, y sobre todo la pública, por sus características, debe estar abierta a todos los sistemas que supongan la mayor libertad del usuario y la gratuidad de su utilización, lo contrario que ofrecen los monopolios y sus estrategias de consumo forzoso.
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