Hay estos días en la blogosfera educativa un cruce de reflexiones sobre la aportación de las nuevas tecnologías en el campo de la educación, y me pide Domingo Méndez en un comentario que lea el artículo "Entrando al trapo de las TIC". Acepto la invitación y, después de leerlo, me dispongo a ordenar en mi mente y en este artículo algunas ideas que me clarifiquen las cosas. Para empezar, no hace mucho tiempo que bastantes docentes firmamos virtualmente el documento de la Declaración de Roa, donde a modo de manifiesto mezclábamos nuestras sangres, por así decir, con el objetivo de reivindicar el uso de las nuevas tecnologías en el aula. Los diez puntos de esta declaración no son ningún decálogo religioso, pero yo sigo creyendo en ellos.
Naturalmente, los que elaboramos esa declaración en el Primer Encuentro de Edublogs habíamos sufrido en nuestras propias carnes, como quien dice, todas las penalidades que hay que soportar para llevar a buen puerto los proyectos y actividades educativas bajo la etiqueta de las nuevas tecnologías. Pese a ello, éramos y somos optimistas respecto al beneficio que suponen estas herramientas en manos de docentes y estudiantes, y aquí seguimos luchando ahora por la implantación generalizada de las TIC en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
En realidad, la Declaración de Roa era una concreción escrita del espíritu que nos impulsa a la hora de poner en práctica nuestro anhelo colectivo de mejorar la enseñanza con las nuevas tecnologías. Y he escrito espíritu y anhelo porque todo este esfuerzo conlleva mucha pasión y algo de utopía, como todo lo que vale la pena. Sin embargo, de vez en cuando no podemos aguantar tanto entusiasmo y caemos en el escepticismo, que nos reporta también unos beneficios prácticos, pues nos ayuda a poner las cosas en su sitio. Porque lo peor de todo es querer engañarnos a nosotros mismos. En este sentido, hay que desmitificar las nuevas tecnologías, como todo en la vida, pero no nos podemos dejar llevar por el entusiasmo contrario. La mejor forma de desmitificarlas es amarlas a diario en nuestro quehacer cotidiano, y resulta que al final seguimos tan enamorados como siempre.
Supongo que Fran Iglesias, el autor de "Entrando al trapo de las TIC", ha querido hacer un comienzo atractivo desmitificando las nuevas tecnologías, y para ello quizá haya exagerado un poco, porque la exageración es un recurso muy periodístico y muy oportuno en algunos casos. En realidad, estoy de acuerdo con el fondo de la cuestión, pero como me gusta el debate, voy a entrar al trapo. Sólo quiero cambiar el calificativo de falso que ha escrito Fran por el de verdadero en los cuatro mitos a los que se refiere en su artículo.
Hay otro punto del artículo con el que discrepo amistosamente. Las nuevas tecnologías nos hacen mejores profesores porque nos mejoran en varios aspectos:
Todo esto no puede tener otro efecto que el de mejorar nuestras clases siempre que se den las condiciones adecuadas, lo que no suele ocurrir, pues carecemos de infraestructuras, pero en eso estamos.
Quizá yo también exagere en mis certezas respecto a los mitos de las TIC, y posiblemente Fran esté de acuerdo conmigo. Lo que cambia es el punto de vista y la forma de expresarnos. El artículo de Fran me parece muy oportuno, y sus consejos muy valiosos para quien quiera lanzarse a esta aventura. En fin, aquí estamos para discutir estas cosas y aprender entre todos los mejores medios de conseguir unos objetivos muy deseables para que cambie el panorama de nuestra educación.
URL del artículo: http://fresno.pntic.mec.es/avaler3/?id=las-nuevas-tecnologias-desmitificadas
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