Una experiencia educativa sencilla con bitácora

Todos los años por estas fechas muchos estudiantes se empiezan a poner nerviosos, no por los exámenes, sino por los intercambios que van a realizar con otros estudiantes de centros educativos extranjeros. «¿Cómo serán mis compañeros italianos?», «¿Cómo voy a enterderme con la gente de allí?», «¿Tendré que llevarme el paraguas?» Éstas son frases que pasan por la cabeza de todos estos estudiantes, pues hierven de curiosidad ante la nueva experiencia que les espera.

Para que esta espera no se les haga eterna, se me ocurrió que los alumnos de mi instituto que van a hacer el intercambio dispusieran de una bitácora para enviar mensajes a sus compañeros de intercambio y para dejar constancia de sus experiencias durante esta actividad educativa. El curso pasado instalamos una bitácora que fue todo un éxito, pues los estudiantes escribieron muchos mensajes que les ayudaron a conocerse más, a transmitir sus sentimientos y a contar lo que estaban haciendo cada día. Todo ello escrito en un inglés de andar por casa, pero nunca expresado con mayor motivación que en estas circunstancias.

Este año hemos repetido la experiencia y, como no podía ser menos conociendo el ímpetu de estos adolescentes de catorce o quince años, la bitácora se ha llenado de mensajes y de fotografías. Todos quieren conocerse antes del encuentro, quieren saber cómo son las personas con las que van a convivir unas semanas. Después, cuando se encuentren, escribirán sobre los sitios donde van ir, sobre la gente y las comidas del país que los acoge, sobre sus compañeros y sus familias. Y así se volverá a llenar la bitácora de mensajes, algunos graciosos, otros intrascendentes, pero la mayoría muy interesantes, porque suponen la plasmación de una experiencia poco común.

Técnicamente, he procurado que la bitácora sea lo más sencilla posible, para que no obstaculice las ganas de escribir de estos adolescentes. Hay una página donde escriben sus comentarios en un cuadro de texto o textarea que solamente tiene unos emoticones que se pueden incluir en el mensaje. Hay también una pequeña ayuda que les informa de algunas marcas de HTML que pueden utilizar para formatear el texto, pero que casi nunca utilizan. Cuando acaban de escribir el mensaje, escriben una contraseña (que sólo conocen los estudiantes y profesores que participan en el intercambio) y pulsan un botón para publicar el mensaje.

Y en la página principal se van acumulando los mensajes uno debajo de otro. La bitácora no tienen la opción de realizar comentarios a lo escrito sencillamente porque no hace falta. Y tampoco tiene otras características habituales de que disponen otras bitácoras más serias. Pero todas esas opciones son innecesarias. Esta bitácora tiene cierto parecido con un foro, aunque tampoco es un foro, porque no existen entradas que puedan formar un hilo de comentarios. Aquí todo es sencillo y rápido, porque tiene que ser así.

Otra herramienta de la que disponen es un chat, pero no suele estar muy concurrido, seguramente porque lo sustituyen por otras aplicaciones de mensajería más conocidas. Y, por último, los administradores de la bitácora tienen otra página donde pueden editar y borrar los mensajes, y elegir alguno de los mensajes escritos por los profesores para que se quede fijo al principio de la bitácora, por si tienen que informar de algo importante.

En fin, experiencias como éstas demuestran lo mucho que se puede conseguir con tan pocos elementos en el campo de la educación en internet. Una sencilla bitácora puede animar un intercambio al fomentar el compañerismo entre los estudiantes, la curiosidad por otras gentes y otros países y la práctica de un idioma común, entre otros muchos aspectos que se pueden adivinar fácilmente.

Texto de Alejandro Valero - 20.02.05

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