Blogueando en verano

Para que mis amigos y amigas no sufran este verano viéndome escribir en mi bitácora, y pensando que debería descansar de semejante labor, les dedico estas palabras. Porque yo disfruto blogueando, y eso que no lo hago muy a menudo, pero sí de forma regular. Y también disfruto retocando este gestor de contenidos que sostiene mi blog, y que inauguré el verano pasado. ¿Y le quitaríais a un niño su juguete si veis que se lo está pasando en grande jugando con él? No seríais tan crueles. Nadie le dice a los niños ”¡Este verano no vais a jugar, vais a descansar!”. Por eso sigo escribiendo en mi cuaderno virtual. Ya publiqué aquí el verano pasado un artículo sobre el mismo tema: “Las bitácoras son (también) para el verano”, y ahora voy a añadir algunas ideas, que seguro comparten otros bloggers que siguen en activo aunque estén de vacaciones.

Para empezar, os tengo que decir un secreto: no me gustan las playas en verano. Ya las padecí cuando mis hijos eran pequeños, pero ahora que ya son mayores, me he liberado de esa atadura. No soporto estar tumbado en la playa lleno de arena y pisoteado por los bañistas. Además, no me gusta estar sin hacer nada mientras el sol, cada vez más antipático, se regodea con mi cuerpo. No, eso no es lo mío. Alguien podría decir que estar en la playa relaja, pero con tanta gente alrededor y con las preocupaciones del viaje, del alojamiento, de las comidas y de los niños, no sé qué entiende la gente por relajarse. Uno se relaja paseando por la montaña, viendo una buena exposición de arte, leyendo un buen libro, navegando por internet o escribiendo en su blog.

Tampoco me gusta el “cerrado por vacaciones”, y es que hay gustos para todo. Comprendo, sin embargo, a quienes prefieren cerrar el tenderete durante el verano para reponer fuerzas y llenarse las pilas; eso parece muy saludable, pero tampoco va conmigo. No podría estar unas vacaciones enteras sin hacer nada, es decir, sin escribir o sin realizar ninguna tarea intelectual que llevarme a la cabeza. Los intelectuales somos así, aunque creo que ya no se llevan, pero eso a mí me da igual. Lo que quería decir es que no concibo a Picasso o a Einstein descansando en verano y abandonando todas sus actividades artísticas e intelectuales, por poner dos ejemplos insignes, y sin querer compararme con ellos, claro está.

Vista desde Navacerrada, Madrid (Foto del CNICE)

También tengo la suerte de vivir en la Sierra de Madrid, donde mucha gente viene en verano a pasar sus vacaciones. A lo mejor salgo algunos días, no lo sé, pero cada vez que abandono este paisaje lleno de árboles y montañas me da la sensación de abandonar el Paraíso como lo hicieron Adán y Eva un aciago día. ¿Qué tendrán los demás lugares que no encuentre en estos parajes llenos de pinos hermosos, de aire fresco, de soñolientos paseantes y de pajaritos libres? En realidad, cualquier lugar donde vivimos tiene sus encantos, y el verano es un buen momento para descubrirlos, pues no hay necesidad de viajar a países lejanos y exóticos para encontrar la belleza.

No sé qué pensaréis de todo esto que os he dicho, pero tenéis que saber que no soy el único bicho raro en la blogosfera. Ahí tenéis a Paco y a Mario escribiendo a destajo en sus blogs. Para Edwood no existe descanso cuando se trata de defender el software libre. Felipe incluso nos avisa cuando no va a poder escribir, como diciendo que no nos preocupemos, porque volverá enseguida. Ángel sigue viéndolo todo desde su balcón abierto. Isidro lo tiene muy claro, porque ha instalado una terraza de verano en su blog. Aníbal ha escrito un artículo amenazando con que no piensa abandonarnos en verano. Y Antonio no tiene necesidad de decir nada, porque sigue escribiendo como respira. Y hay muchos otros bichos raros como éstos, que prefieren la soledad del verano o la tranquilidad compartida de estos días para seguir comunicando su amor por las palabras mientras los lectores lo agradecen con sus clics.

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